sábado, 13 de enero de 2018




LOS DESAHUCIADOS
No era el tiempo, ni el lugar.
Llegó al mundo señalado por la rúbrica
de una tierra; la de los desahuciados.
En la que los coyotes invaden el valle y la cima
Usurpan el pan de la boca
y la sal de las halitas.
Es allí donde se quiebran sus tiernos huesos
Entre diamantes, sudor  y hambre.
Allí donde se descompone la estructura de sus sueños.
Llegó con la impronta de los que huyeron de una tierra. Su tierra.
Colmada de raíces que se alimentan
de la sangre de madres que vaciaron sus pechos
hasta secarse como manantiales sin lluvia.
Tierra regada por la sangre de los hijos pródigos
que nunca volverán. Tallos con espinas.
Él, ellos, empoderados por el miedo
llegan aquí con el alma hecha pedazos,
con la dignidad vencida y el aliento desnutrido.
Ella, ellas, por cuya mirada desfilan los muertos, sus muertos.
En cuyas cuencas se resguarda todo el brillo
de una vida que ya no será.
Ahora,  delante de un horizonte nuevo,
son perseguidos por la esperanza,
que corre apresurada tras ellos,
conformando  pequeños saltos
para agarrarse fuerte en sus dedos
y abrigar sus manos desnudas.


                           Alicia Fdez   (11-I-2018)

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