jueves, 17 de diciembre de 2015




CUESTIÓN DE GRADOS

Su postura era más cómoda que la adoptada en aquellas incómodas hamacas clavadas en la arena; ángulo perfecto de noventa grados entre el tronco y la parte superior de las piernas.
Los veinte grados de aquella cabina le proporcionaban una leve sensación de placidez, pues funcionaba de escudo frente a la indolente fuerza de aquel sol de agosto.
El polvo seco flotaba en el aire como el diente de león para, a continuación, caer ligero y descansar en su ropa arrugada. Al menos no se pegaba en sus pies, como aquella arena de playa que se adhería a todo lo húmedo.

En el horizonte, pequeñas ráfagas de viento troquelaban ondas que se acercaban a él como olas de espuma amarilla. Al instante, morían. Cuando la cuchilla seca de la cosechadora las engullía con su pérfido rulo tragante.


                                                                                         Alicia Fdez.

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