lunes, 15 de octubre de 2018


EL RELOJ

Amanece.
En un reloj pueril habita el tiempo.
Jubiloso gatea por el filo
de manecillas ágiles y homicidas,
sobre las que trotan
primaveras a lomos de versos
envueltos en pétalos de tul.

Es mediodía.
En un reloj efebo habita el tiempo.
Baila jovial al son de remos
vigorosos y homicidas,
sobre los que circula el fuego
de veranos dorados.
Reflejo fiel de almas invictas.

Plena tarde.
En un reloj granado habita el tiempo.
Prudente pasea por el borde
de ramas serenas y homicidas.
Esparciendo las hojas
de un otoño cancerbero de sapiencia.
De raíces preñadas de savia.
De abedules custodiando caminos.

Anochece.
En un reloj vetusto habita el tiempo.
Descansa tendido
sobre agujas flemáticas y homicidas.
La noche gélida
de un invierno previsible
vierte la hora del inclemente sopor.
El reloj sempiterno
se aleja indemne, mientras
llueven aguijones de ausencias
en la espalda de un cuerpo marchito.
Reclamado, tan solo,
por la tierra desnuda
de un paraíso cualquiera.


Autora: Alicia Fernández Martínez

Con este poema participo en el concurso de Zenda #Otoño

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